miércoles, 6 de abril de 2011

Excusión a "El Gallinero".



“El Gallinero” se encuentra a 14 Km. De la Puerta del Sol. Aquí conviven día a día más de 200 familias, todas de origen rumano. Esto es una dura realidad. Aquí hay una altísima tasa de natalidad, lo que quiere decir que hay un montón de niños y niñas los cuales tienen que convivir el día a día con ratas y ratones, entre otras muchas enfermedades y virus que se acumulan en ese lugar. Es cierto que, como bien hemos dado en clases anteriores, tienen derecho a la educación y a la sanidad, pero estos derechos nunca jamás se han llegado a cumplir. Hay muchos de estos niños que no han podido tener la suerte de poder acudir a una escuela. Y bien, nosotros nos quejamos de que no nos gusta el instituto o que no es necesario estudiar cosas que no nos van a servir para nada pero, ¿y ellos? Estos niños darían TODO lo que poseen para poder acudir a lo que nosotros tenemos tanta “tirria”, que es el colegio. Lo darían todo por saber leer o escribir, cosa que nosotros creemos tan básico.  

Esta realidad me está sirviendo para poder pensar y poder apreciar todo lo que tengo y de lo cual me quejo. Es impresionante la calidad de vida que tenemos y que no valoramos. Muchos de los niños son los encargados de ir a por agua a las fuentes más cercanas, teniendo que cruzar una carretera, la A3, en la cual los coches pasan flechados y no hay ninguna señal que demuestre que deben bajar de velocidad. Por este motivo algún día a podido pasar alguna desgracia hasta que en noviembre del 2009 se colocaron una serie de señales y badenes para disminuir un poco el riesgo de atropello, aunque seguirá existiendo esa remota posibilidad.

De las personas que aquí residen hay, aproximadamente, 190 niños menores de 15 años y sólo 115 están escolarizados.

La seña de identidad de “El Gallinero” es el paisaje de miseria, desolación y sordidez. Es una zona la cual parece un vertedero humano, pero aún así es un lugar confortable y en el que algunas personas (no todas) se sienten cómodas, porque es el lugar en el que han crecido y donde tienen sus raíces ya que, a pesar de no tener ningún lazo entre ellos, se sienten como una gran familia, de la que todos forman parte, sin distinciones.
También se vé como “el lado oscuro de Madrid”, ya que tienen como cierto aspecto de marginación. Muchas veces antes de hablar debemos posicionarnos en el lugar de la persona con la que estamos conversando o de la que vamos a hablar, ya que las palabras muchas veces duelen.

No sé porque tratamos a las personas inmigrantes o de otra nacionalidad como “bichos raros”, como si fueran distintos. El primer artículo de los derechos humanos dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. ¿Por qué no aplicamos este derecho? ¿Por qué no nos tratamos como personas que somos y no como perros? Debemos reflexionar sobre esto, pararnos a pensar durante unos minutos y sacar una conclusión de cómo lo viviríamos nosotros. Muchas veces no somos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor a causa de esto, de no pensar.
Esta zona se encuentra al lado de la calle Francisco Álvarez, por donde pasean personas con ropas y complementos de marca que al girar la calle y encontrarse con caminos embarrados y olores desagradables, miran a las personas por encima del hombre, como si fueran bichos raros o simplemente como si no fueran “nada”.

Todas las personas pensamos que este lugar es, dichamente, “penoso”, ya que al ver a los niños andar descalzos y jugar con las ratas y la basura nos transmite esa idea. Ellos no cambiarían sus vidas por nada ya que con un simple balón y unas piedras como porterías son los críos más felices del mundo.
No sabremos apreciar el mundo del que estamos rodeados hasta que no nos adentremos en ese “segundo mundo” y veamos como viven niños y familias como nosotros, pero con aspectos muy opuestos.

Aquí, conviven en un campamento sin ley, sin higiene, sin agua y sin las más mínimas condiciones de salud, donde las ratas corretean entre los niños

Casi todas las personas que allí viven se dedican a la venta de chatarra. Van día y noche sin descanso buscando por todos sitios, para sacar dinero el cual utilizan para alimentar a sus familias. Esto no es muy buen trabajo, ya que el kilo de chatarra lo están pagando una media de 0.16 cents./ Kg. (esto puede variar). Puede ser que incluso se dediquen a buscar o incluso a robar cobre, ya que el precio asciende a 4.5€/ Kg. Pero no es tanta la disponibilidad de esta…

La mayoría de familias proceden del pueblo llamado Tandarei y están muy apegadas a sus costumbres.

Todas las personas que habitan en este lugar, le deben parte de sus bienes a Paco Pascual, voluntario de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada.

Y aquí acabo con esta frase, que espero que nos haga reflexionar.

Si lo que tienes te parece insuficiente, entonces, aunque poseas el mundo entero, todavía te sentirás en la miseria.